40 años de afiche político en Chile: fiesta, resistencia y esperanza

08/09/2015 Noticias

Este 11 de septiembre se cumplen 42 años del golpe de Estado que terminó con el gobierno de la Unidad Popular e instauró la dictadura militar por 17 años. Aquella coyuntura histórica que marcó hasta el día de hoy al país, también tiene su correlato estético: una producción cartelística que ha ganado relevancia en los últimos meses gracias a la exposición «40 años de afiche político en Chile», montada en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende.

La evolución del cartel político chileno, marcada por sus tiempos de esperanza, resistencia, dolor y lucha, se encuentra plasmada en la exposición, que es fruto del trabajo de los profesores Rodrigo Vera y Mauricio Vico, de la carrera de Diseño FAU. A días que finalice la muestra, Vico hace una retrospectiva de las principales características de los carteles desde la Unidad Popular hasta nuestros días.

Color, esperanza y pueblo

Los afiches políticos del tiempo de la Unidad Popular han pasado a ser íconos gráficos de una época. Las piezas hechas por artistas como los hermanos Antonio y Vicente Larrea son fieles representantes de una estética, una idea y un concepto político rupturista, que puso como protagonistas de la imagen a los trabajadores, las mujeres, los estudiantes y los niños.

«En este periodo es cuando el afiche se convierte en un instrumento de acción política”, sostiene Mauricio Vico, agregando que “la iconografía deja de estar centrada en el líder, y adquieren mucha presencia los actores sociales: obreros, campesinos, pobladores, mujer y niños. Ese es el gran cambio significativo en la campaña de Salvador Allende».

Para Vico, el afiche se convirtió en un «espejo» de la misma sociedad que hasta el momento se encontraba excluida de los relatos. Ello se complementa con una renovación estética marcada por el uso de colores vivos y temáticas políticamente fuertes pero a la vez alegres: «El afiche político de la izquierda viene a proponer un concepto de fiesta, un espíritu optimista y de cambio profundo, que se refleja en todo este espectro cromático», señala el académico.

Estética de la resistencia

Con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la caída del gobierno de Allende, la imagen de la izquierda, ahora perseguida y víctima de asesinatos, desapariciones y prisión política, cambia radicalmente. La dictadura dejó en claro desde el primer minuto que se empeñaría en borrar todo rastro del anterior ambiente festivo, y prueba de ello fueron los murales tapados, los libros, discos y materiales quemados, y la persecución general.

En este contexto, son dos los elementos que configuran la nueva estética de la resistencia. Por un lado, la incapacidad técnica dada por el trabajo clandestino y con escasos recursos; y por otro, una temática necesariamente más fuerte y oscura, marcada por la represión, los muertos, los desaparecidos y los torturados.

Estas dos variables terminan por configurar un afiche mucho más simple, con pocos colores y, en general, mala calidad de diseño e impresión, elaborado con pocos recursos y pensado para su distribución rápida y secreta.

«Estos afiches son más bien grises, con intensidad dramática», dice Vico. «Son afiches que se hacían en lugares poco públicos, imprentas vinculadas a la oposición, y que simbolizan esa atmósfera de drama, de persecución, con los Derechos Humanos como tema muy presente. A eso es difícil darle color, a diferencia de la esperanza que se quería plasmar en el tiempo de la Unidad Popular».

La irrupción publicitaria de la transición

La caída de la dictadura traería un nuevo periodo marcado por la despolitización masiva de la sociedad chilena, un contexto de carencia de relato distinto a la época de la Unidad Popular y de la resistencia que también tendría su expresión en los afiches.

Para Vico, los años ’90 son un periodo en el cual las lógicas de la publicidad y el marketing se toman la imagen política, imponiendo un contenido que apelaba mucho al individuo, y dejando la tradición del afiche político de izquierda relegada a círculos pequeños. «Se empiezan a usar formas asociadas a la publicidad orientada al mercado más que a la propaganda política. Se aprecia mucho el uso de personajes como agentes mesiánicos que nos harán recuperar la democracia y la gente y lo cotidiano vuelven a quedar de lado», explica.

«También desaparecen los símbolos de los partidos políticos, tienden a ocultarse, quedando el individuo como líder absoluto, tratando de generar una empatía pero siempre con códigos cercanos a la publicidad», sentencia Vico.

Fusión de elementos históricos para el nuevo ciclo

Esta lógica individual y publicitaria, que se expresó en el afiche político ligado a los grandes conglomerados políticos de la época, tuvo una hegemonía que llega a romperse con la irrupción de las grandes movilizaciones sociales a partir del año 2005. En este periodo, Vico identifica el rescate de elementos de las épocas de la Unidad Popular y la resistencia como hito importante en la configuración de una nueva estética de los movimientos sociales chilenos.

«Los movimientos sociales, especialmente los estudiantes desde el 2006, ponen una mirada hacia atrás y rescatan algunas estéticas de los años ’70, sobre todo del muralismo político», explica Vico, quien también identifica una vuelta al protagonismo de los sujetos populares en los afiches que se vieron principalmente el año 2011.

«Hay una nostalgia que se ve el 2006 pero que con el correr de los años va mutando hacia una estética más autónoma, con un lenguaje juvenil pero que a su vez recupera a la gente. Los líderes estudiantiles no aparecen en los carteles, sino que están los jóvenes, las familias, los trabajadores», señala Vico.

A la medida que la lucha de los estudiantes empezó a confluir con demandas como la renacionalización de los recursos naturales, las temáticas ambientalistas y las demandas de los trabajadores, la estética volvió a integrar al pueblo en general. Si entre el 2006 y el 2008 los afiches se centraban mucho en el sujeto estudiantil, desde el 2010 en adelante son muchos más actores sociales los que se suman a la imagen.

Al mismo tiempo, la producción de afiches se volvió casi obligatoria al momento de llamar a movilizaciones, por lo que hoy tenemos una gran abundancia de material gráfico, piezas que son expresión fiel de nuestra época rupturista que tiene mucho de la esperanza de los ’70, de la resistencia de los ’80, pero con un acento propio de las nuevas generaciones.

Mario Arredondo / Comunicaciones FAU – Imágenes: www.afichepoliticoenchile.cl